El Papa Benedicto XVI se dispone a beatificar a Juan Pablo II
Ciudad del Vaticano, 12 de enero. El fallecido Papa Juan Pablo II estará un paso más cerca de la santidad esta semana cuando su sucesor Benedicto XVI apruebe su caso para ser beatificado, dijeron hoy miércoles fuentes del Vaticano.
Se prevé que en unos “pocos días”, el prefecto para las Causas de Santos del Vaticano, el cardenal Angelo Amato, presente al Pontífice las pruebas de que Juan Pablo II obró un milagro y debería ser beatificado, informó una fuente.
En ese momento, se prevé que Benedicto XVI apruebe la recomendación y fije un día para la ceremonia cuando han transcurrido menos de seis años desde la muerte del pontífice polaco.
Se requiere un milagro para la beatificación y dos para la santificación.
El martes una comisión vaticana de cardenales y obispos, miembros de la Congregación de Causas de Santos, aprobó las pruebas médicas y teológicas de que Juan Pablo II había curado milagrosamente a una monja que sufría la enfermedad de Parkinson, allanando el camino para que se presente la petición de beatificación.
Las fases iniciales de una causa de canonización pueden llevar habitualmente décadas y, en algunos casos, cientos de años.
No obstante, en mayo del 2005, un mes después de su muerte, Benedicto XVI puso a Juan Pablo II en la vía rápida a la beatificación al prescindir de una norma que habitualmente impone un período de espera de cinco años desde la muerte de un candidato al inicio del proceso.
La multitud congregada en el funeral del pontífice el 8 de abril del 2005, coreaba “santo subito”, solicitando su santificación inmediata.
Su papado de 27 años, que comenzó en 1978, fue uno de los más históricos y tumultuosos de los tiempos modernos.
Durante su pontificado, el comunismo se desintegró en el este de Europa, incluida su Polonia natal. Juan Pablo II, el primer papa no italiano en 450 años, resultó gravemente herido en 1981 en un intento de asesinato.
La hermana Marie Simon-Pierre, una monja francesa de 47 años a la que se le diagnosticó la enfermedad de Parkinson, la misma que sufría el propio papa, dijo que ésta desapareció misteriosamente dos meses después de su muerte luego que sus compañeras del convento y ella rezaran por él.
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