Río apaga la llama olímpica a ritmo de carnaval y celebra ante el mundo su tradición y herencia

El acto de clausura empezó con figuras vestidas como guacamayos volando sobre los famosos lugares de Río, el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar, antes de formar los cinco anillos olímpicos. REUTERS/Fabrizio Bensch
Río de Janeiro, 21 de julio. Con un espectáculo carnavalesco, Río de Janeiro despidió el domingo los primeros Juegos Olímpicos realizados en Sudamérica.
La austeridad no le restó emotividad al último festejo olímpico en Río, que será recordado por la riqueza de su música y sus bailes. Así, se puso el cerrojo a unos juegos que dejaron de manifiesto la capacidad de los brasileños para sacar adelante unas justas dignas pese a todas las adversidades.
“Fueron unos Juegos Olímpicos maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, ante la aclamación del público. “Dejan también un legado único para las generaciones por venir”.
Se construyeron estadios, carreteras, una nueva línea del tren subterráneo. Pero la limpieza de los cuerpos de agua quedó como tarea pendiente y derivaron en serios cuestionamientos para los gobernantes.
Al final, el comentario de propios y extraños ha sido que pese a la cantidad de retos, que incluían lidiar con una posible epidemia de Zika, cuerpos de agua contaminados, una situación política inestable y problemas económicos, Brasil le demostró al mundo, que los platos sucios se lavan en casa, y que cuando hay visita, debes ser el mejor anfitrión y poner tu mejor cara.
Dos tardías medallas de oro para el país anfitrión en sus dos deportes preferidos, el fútbol y el voleibol masculino, ayudaron a limar algunas de las visiones de los brasileños sobre los Juegos.

Al final, los Juegos resultaron brillantes en lo deportivo y no experimentaron problemas graves para desarrollarse durante 17 días
REUTERS/Fabrizio Bensch
–Tradición, naturaleza y esperanza, siempre presentes en el mensaje de Río al mundo
Desde el Maracaná, donde todo comenzó hace 16 días, el acto de clausura empezó con figuras vestidas como guacamayos volando sobre los famosos lugares de Río, el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar, antes de formar los cinco anillos olímpicos.
Una tormenta que amenazó la ciudad todo el día finalmente se descargó con viento y lluvia durante la ceremonia. El agua empapó a los artistas y a cientos de atletas que ingresaron al estadio, muchos con medallas colgando aún alrededor del cuello, como el equipo estadounidense de baloncesto masculino que obtuvo el título horas antes del cierre.
En la última de las 306 ceremonias, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, entregó el oro al keniano Eliud Kipchoge, campeón olímpico del maratón en la mañana.
La ciudad entregó la bandera olímpica a Tokio, sede de los Juegos del 2020, y Abe apareció en el estadio vestido como el popular personaje de videojuego Mario Bros, que hizo un túnel desde la capital nipona para llegar a Río.
Bach declaró los Juegos cerrados y expresó su esperanza de que hayan dejado una huella en el área metropolitana de 12 millones de habitantes.
En un acto final simbólico, la llama olímpica, que ardió en un pebetero ecológico desde el 5 de agosto, fue extinguida con una lluvia artificial mientras cantaba la artista Mariene de Castro.

Con un espectáculo carnavalesco, Río de Janeiro despidió el domingo los primeros Juegos Olímpicos realizados en Sudamérica. REUTERS/Leonhard Foeger
–Talento local, para el mundo
En medio de la peor recesión económica desde la década de 1930 y una crisis política que aún no termina, las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos apostaron más a los talentos únicos y la belleza natural del país y menos a la tecnología.
El domingo, hubo una muestra de la música del noreste de Brasil que generó olas de orgullo entre el público local.
Uno de los momentos más espectaculares de la ceremonia se centró en el arte antiguo hallado en el Parque Nacional Serra da Capivara, un sitio declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el noreste con arte rupestre de más de 25.000 años de antigüedad.
Y por más que los problemas antes y durante los Juegos llegaron a los titulares, Río será recordado también por grandes momentos deportivos.
Entre ellos está el notable regreso del estadounidense Michael Phelps, quien ganó cinco oros para reforzar su estatus como el deportista olímpico más condecorado de la historia. El nadador acumula 23 oros olímpicos en su carrera.
Además, el velocista jamaiquino Usain Bolt bajó la cortina a su brillante carrera olímpica asegurándose los títulos de los sprint por terceros Juegos consecutivos. Y la gimnasta estadounidense Simone Biles debutó en los Juegos con un récord de cuatro medallas de oro.
Los refugiados también dejaron su marca con el primer equipo olímpico compuesto por 10 miembros que compitieron en natación, judo y atletismo.
Aunque para muchos en el país, uno de los mejores momentos olímpicos sucedió en el Maracaná, donde Brasil venció a Alemania en el fútbol masculino el sábado.
“Incluso con todos nuestros problemas, hicimos unos buenos Juegos. Nada demasiado malo sucedió y diría que fue mejor de lo que esperábamos”, comentó Nivea Araujo, una residente de Río que asistió a la ceremonia de clausura.

La ciudad entregó la bandera olímpica a Tokio, sede de los Juegos del 2020, y Shinzo Abe, Primer ministro del Japón, apareció en el estadio vestido como el popular personaje de videojuego Mario Bros, que hizo un túnel desde la capital nipona para llegar a Río. REUTERS/Stoyan Nenov
–El escándalo de Lochte opacó el excelnete desempeñode de Estados Unidos en los juegos
Al final, los Juegos resultaron brillantes en lo deportivo y no experimentaron problemas graves para desarrollarse durante 17 días, a no ser por la tonalidad verde que adquirió el agua en un par de piscinas, lo que se corrigió días después.
“Todos los brasileños somos héroes olímpicos. Gritamos juntos, celebramos juntos. Diré esto de nuevo, ganamos juntos”, dijo el alcalde Paes. “Estos Juegos Olímpicos demostraron que ustedes, los hijos de Brasil, no rehúyen a la batalla”.
Curiosamente, la mayor vergüenza que atestiguó el mundo del olimpismo en Río tuvo nombre y apellido: Ryan Lochte, el nadador estadounidense borracho que causó destrozos en una gasolinera y luego inventó que lo habían asaltado.
En contraste con ese bochorno, hubo en la ceremonia de clausura un momento en que las pantallas gigantes del estadio mostraron a los deportistas más destacados de los Juegos. Hubo una ovación atronadora para Neymar y otra para Usain Bolt.
Si Río apeló a la tradición para presentar coloridos espectáculos en sus ceremonias. Tokio prometió desde ahora que su emblema será la modernidad.
Presentó un espectáculo de luces, bailarines y videos en los que aparecieron lo mismo el primer ministro Shinzo Abe que Hello Kitty y el personaje de videojuegos Mario.

“Fueron unos Juegos Olímpicos maravillosos en una ciudad maravillosa”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, ante la aclamación del público. “Dejan también un legado único para las generaciones por venir”. REUTERS/Edgard Garrido
Tras los discursos de Bach y Paes, la llama se apagó, y el gran compromiso que debió cumplir la ciudad brasileña quedó atrás y para muchos Brasil se llevo el oro.
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