Agencias

Un estudio analiza el variado impacto humano en la Amazonía precolombina

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Imagen cedida en donde se aprecia el río Madre de Dios en la Amazonía peruana. EFE

Antes de la conquista europea de las Américas, abundaban los asentamientos humanos en las regiones central y este de la cuenca amazónica, pero la población era escasa en el oeste, según un estudio que publicó en su reciente número la revista Science.

El equipo, encabezado por Crystal McMichael del Instituto de Tecnología en Melbourne, Florida, incluyó a investigadores de la Universidad Federal de Rondonia en Brasil, y del Instituto Smithsonian de Investigación Tropical en Balboa, Panamá.

Los cálculos hechos por diversos estudiosos acerca de la población amazónica antes de que la invadieran los europeos van desde los 2 millones a los 10 millones de personas, y el estudio indica que grandes áreas en el oeste de la Amazonía estaban escasamente pobladas.

“Algunos académicos argumentan que la biodiversidad amazónica moderna es más resultado de una amplia e intensa ocupación humana prehistórica de los bosques que de los procesos evolucionarios y ecológicos naturales”, comentó Dolores Piperno, del Museo Nacional de Historia Natural y una autora del estudio.

“Los climatólogos que aceptan la idea de los paisajes manufacturados pueden incorporar en sus modelos la deforestación prehistórica de la Amazonía, con incendios muy extensos y emisiones de carbono para explicar lo que haya causado cambios de los niveles de dióxido de carbono y metano en la atmósfera en el pasado”, continuó.

“Pero es mucho más lo que necesitamos saber de la Amazonía antes de que algo así pueda aceptarse”, dijo Piperno.

McMichael recolectó 247 muestras de suelo en 55 sitios de la Amazonía peruana y brasileña, incluidos bosques interfluviales hasta ahora poco estudiados y distantes de los principales cursos de agua.

La ausencia de carbón vegetal en las muestras indicó a los investigadores que los incendios, casi siempre causados por los humanos en las regiones tropicales húmedas, fueron pocos y de baja intensidad y no resultaron en daños estructurales a las forestas.

Los fragmentos de silicio que quedan cuando la vegetación se pudre y descompone, llamados fitolitos, señalan que las especies de cultivos y las plantas que son típicas de la actividad humana eran escasos.

El estudio enfoca un asunto controvertido entre quienes alertan sobre la pérdida de biodiversidad, la deforestación y el impacto de la actividad humana en el cambio climático sobre el ambiente, y quienes sostienen que las variaciones de dióxido de carbono y metano, y las alteraciones de climas han ocurrido en el pasado como parte de procesos naturales.

La deforestación en la Amazonía brasileña tuvo en 2011 su nivel más bajo desde que se iniciaron los registros anuales en la década de los ochenta, y ha disminuido casi un 80 por ciento desde 2004.

Los defensores del ambiente temen que los cambios recientes en el Código Forestal de Brasil, que estipulan cuánta foresta debe preservar cada terrateniente, podrían revertir el progreso acentuando la deforestación.

“Los planificadores pueden partir con la premisa de que las forestas amazónicas han podido reponerse de la intensa modificación humana prehistórica”, dijo Piperno. “Esas opiniones se sustentan en pocos datos empíricos y sin embargo ganan popularidad en algunos círculos académicos y entre los medios de difusión con mayor audiencia”.

“Esperemos que nuestros datos ayuden a colocar estas cuestiones en un contexto más rigurosamente empírico”, dijo Piperno.

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