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Obama autoriza el despliegue de tropas en Frontera con México

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Washington D.C., mayo 26. Agencias. El presidente Barack Obama ofreció ayer una importante concesión a los republicanos al autorizar el despliegue de hasta 1.200 soldados de la Guardia Nacional en la frontera sur, lo que debería allanar el camino a una eventual reforma migratoria este año.

Obama, que como candidato prometió forjar una nueva era de bipartidismo en la cultura política de Washington, se reunió ayer a puerta cerrada y durante 75 minutos con los líderes republicanos del Senado para analizar la agenda legislativa del resto del año.

En la reunión, según indicó Bill Burton, un portavoz de la Casa Blanca, Obama dejó muy en claro -como lo ha hecho otras veces- que no habrá reforma migratoria sin el apoyo de los republicanos.

En el Senado, los demócratas necesitarán 60 votos, de un total de 100, para impedir el bloqueo del debate sobre la reforma migratoria, si se produce este año.

Sin embargo, los republicanos no dan señales de ablandamiento en el tema migratorio.

 Senadores republicanos como el ex candidato presidencial John McCain, Lindsey Graham, Carolina del Sur y Jon Kyl, Arizona, han exigido el fortalecimiento de la vigilancia fronteriza para cerrar el paso a inmigrantes indocumentados y narcotraficantes.

McCain, que lucha por su supervivencia política frente a un rival aún más conservador en las primarias republicanas de agosto próximo, había pedido el despliegue de 6.000 soldados.

Según los republicanos, y algunos demócratas de distritos conservadores, no se puede hablar de una reforma sin reforzar primero la seguridad fronteriza. 

Ellos apoyan su argumento en las horrendas estadísticas sobre la narcoviolencia en México: cerca de 23.000 personas han fallecido en ese país desde diciembre de 2006, cuando el presidente mexicano, Felipe Calderón, militarizó la lucha antidrogas.

Así, el anuncio sobre el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera con México y la solicitud adicional de 500 millones de dólares para la vigilancia fronteriza, hecho tras la reunión en el Capitolio, no es coincidencia: es una concesión de la Casa Blanca para lograr apoyo bipartidista para la reforma.

Un funcionario de alto rango de la Casa Blanca, que pidió el anonimato, explicó que el anuncio de ayer forma parte de “un plan integral para resguardar la frontera del suroeste”.

Mientras, “continuaremos trabajando con el Congreso para corregir nuestro maltrecho sistema migratorio a través de una reforma integral, la cual destinaría recursos duraderos para resguardar nuestras fronteras y nuestras comunidades”, agregó la fuente.

Pero Frank Sharry, del grupo “America’s Voice” señaló, sin ocultar su frustración, que Obama entró ayer a la “guarida de los leones” y retó a los republicanos a que trabajen con él en pos de la reforma migratoria sin conseguir nada a cambio.

La concesión de ayer, según los grupos pro-reforma, “premia” a quienes durante tanto tiempo han obstruido las negociaciones para una reforma que legalice a los doce millones de inmigrantes clandestinos en Estados Unidos.

Los grupos en el bando pro-reforma han manifestado su hartazgo con el teatro político y exigen resultados tangibles. Puede ser que la reunión de ayer sea el comienzo de algo concreto para consensuar soluciones prácticas al problema de la inmigración ilegal.

Ahora que McCain, Graham y Kyl tienen garantizado el despliegue militar en la frontera, un resultado tangible sería que el Senado ponga fecha en el calendario para el debate formal de la reforma migratoria.

Los grupos pro-reforma han prometido mantenerse en pie de lucha, incluso con actos de desobediencia civil, hasta que la clase política en Washington deje los discursos y apruebe la reforma este mismo año.

La exigencia del enfoque exclusivo en la seguridad fronteriza, con más agentes y más muros, ignora una realidad insoslayable: mientras el hambre apriete y haya trabajos en el Norte, nada frenará la inmigración ilegal desde el sur del Río Bravo.

En todo caso, Obama y los demócratas en el Congreso tienen una deuda pendiente con el electorado hispano. Y, a menos de seis meses para los comicios legislativos del próximo 2 de noviembre, el baile de “un pasito para adelante y dos para atrás” ya no va más.

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