Teherán bajo fuego: la capital iraní se convierte en una ciudad desierta

Se levanta humo tras un ataque aéreo israelí en el centro de Teherán, Irán, 17 de junio de 2025. EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH
Panorama Gaceta/Junio 17 de 2025. Teherán. En el norte de Teherán, las calles lucen vacías, la basura se acumula sin recoger mientras los gatos escarban entre los restos, y las patrullas policiales dominan el paisaje. El sonido constante de explosiones se mezcla con el paso apresurado de los pocos que se atreven a salir de casa.
Así se ve el distrito 3 de la capital iraní, tras cinco días de enfrentamientos con Israel. Ayer, un bombardeo alcanzó la sede de la televisión estatal IRIB, dejando tres muertos y sumiendo aún más la zona en un ambiente de tensión y desolación.
Ecos de lo que fue
La calle Valiars, normalmente llena de vida cerca del parque Mellat, hoy parece una escena congelada. Donde antes había risas, helados y jugos, ahora reina el vacío. Solo una familia interrumpe el panorama al pasar a toda velocidad en una moto, ondeando una bandera iraní.
Los únicos negocios abiertos son supermercados y un solitario café con un único cliente: Ali, un habitual del lugar. “Este es mi sitio de siempre, así que vine a tomar algo. ¿Qué más puedo hacer?”, dice con resignación.
Ali planea salir pronto de la ciudad junto a sus padres, su padre enfermo de cáncer y su madre. Su negocio de importación y exportación de perfumes está completamente detenido y confiesa no saber qué le depara el futuro.
Incertidumbre en cada paso
Los pocos peatones cruzan miradas desconfiadas, y este reportero tuvo que explicar en más de una ocasión que viene de “Espania”, país que goza de simpatía local, tanto por su fútbol como por su apoyo a la causa palestina.
Muchos de los que aún caminan por la ciudad lo hacen cargando comida. Una mujer mayor, junto a un joven con un carrito lleno de productos, y otros con bolsas de pan. La única fila visible es en una panadería, donde varios esperan su turno.
“Tal vez esta noche haya un alto el fuego, o quizás esto dure meses”, dice un empresario mientras se escuchan los estruendos de lo que parecen ser sistemas de defensa interceptando drones o misiles.
Nacido durante la guerra Irán-Irak en los años 80, afirma que jamás imaginó revivir una experiencia similar. “Para mis padres esto es un regreso al pasado, y les cuesta afrontarlo”, confiesa.
El miedo se instala
Enfrente del café, el parque Mellat está prácticamente desierto. Una mujer bien vestida pasea a su perro. “Estoy muy asustada”, dice, aliviada por hablar con alguien. Vive cerca de la sede de la televisión bombardeada y admite haber pasado mucho miedo.
La conversación es interrumpida por agentes vestidos de civil que solicitan documentos y explicaciones. “No deberías estar aquí, no es seguro”, advierte uno tras revisar la acreditación de prensa. Es el segundo control en la zona: en otro punto, soldados revisan el celular de un joven. Las autoridades han prohibido tomar fotos y videos en la vía pública.
Una campaña de destrucción
Desde la madrugada del viernes, Israel ha intensificado una campaña de bombardeos en varias zonas de Irán, dejando al menos 232 muertos y unos 1.800 heridos, en su mayoría civiles.
Durante los primeros días aún se percibía cierta normalidad en la capital, pero la actividad en las calles se ha reducido drásticamente a medida que los ataques se han enfocado también en áreas residenciales y zonas clave como infraestructuras militares y energéticas.
Miles de personas han optado por abandonar Teherán, generando largas filas en la carretera que cruza la cordillera de Alborz rumbo a la provincia de Mazandarán, una zona de veraneo a orillas del mar Caspio.
Pero esta vez no escapan del calor o la polución, sino de misiles, explosiones y drones que han convertido a esta ciudad de más de 10 millones de habitantes en una capital herida.
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