Agencias

El movimiento del eje terrestre marca el cambio climático

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Según investigaciones de la NASA, el impacto del megasismo y del tsunami que afectó a la zona sur de Chile fue lo suficientemente potente como para inclinar el eje terrestre ocho centímetros y acortar, como consecuencia, un poco más el día (un total 2,7 milisegundos de arco).

Esta noticia, que ha sido publicada en una gran parte de los medios de comunicación, a la vista del profano puede parecer un incidente de proporciones increíbles. Sin embargo, para Juan José Durán Valsero, jefe del área de Procesos Activos y Calidad Ambiental del Instituto Geológico de Madrid: “Estos cambios se pueden visualizar a través de los modelos científicos, pero son de difícil detección física por su reducido tamaño”.

TERREMOTOS, CAUSANTES DE MOVIMIENTOS NATURALES EN EL EJE

El eje terrestre es una línea que atraviesa la Tierra pasando por su centro. De los infinitos ejes que tiene la Tierra, el más importante es el de la rotación, cuya prolongación pasa por un punto fijo del universo, llamado estrella polar.

Los movimientos de su eje, provocados por movimientos sísmicos, tienen lugar como compensación de esos grandes desplazamientos de placas terrestres que añaden peso en determinadas zonas de la Tierra. El eje tiende a compensar ese peso.

“Los terremotos provocan una redistribución de la masa e influyen en la posición del eje de rotación de la Tierra. Sin embargo, la magnitud de esa inclinación, de ese movimiento brusco diferente a todos los movimientos normales y habituales del eje de rotación de la Tierra es de una magnitud tan pequeña que normalmente no son ni siquiera detectables”, explica Durán.


Según investigaciones de la NASA, el impacto del megasismo y del tsunami que afectó a la zona sur de Chile fue lo suficientemente potente como para inclinar el eje terrestre ocho centímetros y acortar, como consecuencia, un poco más el día

Según investigaciones de la NASA, el impacto del megasismo y del tsunami que afectó a la zona sur de Chile fue lo suficientemente potente como para inclinar el eje terrestre ocho centímetros y acortar, como consecuencia, un poco más el día

El terremoto de Chile ha liberado en su estallido una cantidad similar a mil megatoneladas de TNT. Esa fantástica cantidad de energía ha generado una redistribución importante de la masa en un ámbito local, lo que ha provocado “una pequeña afección a la situación del eje de rotación de la Tierra”, dice Durán.


Los efectos de los cambios del eje de la Tierra se plasman en cambios climáticos, así pues, esos pequeños movimientos que se producen en el eje debido a la fuerza de los terremotos y la desestabilización de las masas terrestres no dan lugar a transformaciones ambientales notables por los que se puedan verificar esos movimientos.

Para Durán: “Otra cosa es si, en vez de un terremoto de esas características, tuviéramos un ciclo de terremotos en un corto espacio de tiempo suficientemente importante. El efecto acumulativo de todos los movimientos de acortamiento y de inclinación del eje podrían causar efectos ambientales, pero no parece de momento que eso se pueda producir”.

Lo realmente noticioso para Durán Valsero es que en la actualidad ya existan modelos como el utilizado por la NASA por los que se pueden medir la cantidad de energía que libera un terremoto y predecir de esta forma el acortamiento en el día y la inclinación del eje de la Tierra.

“NUNCA EN LA TIERRA HUBO TANTA CONCENTRACIÓN DE CO2”

La Tierra tiene una serie de movimientos, unos alrededor del Sol, otros sobre el eje mismo de la Tierra que da lugar al día; ese mismo eje, a su vez, posee otro movimiento, de forma natural y cíclico. Esos movimientos explican que la energía que llega a la Tierra sea diferente y se hayan sucedido épocas de glaciaciones y épocas cálidas durante los últimos dos millones de años.

En la actualidad, nos encontramos en un periodo interglaciar que comenzó hace 12.000 años y anteriormente nos encontrábamos en un periodo glacial, con temperaturas medias bastantes más bajas de las que tenemos en la actualidad. Europa se encontraba entonces bajo cientos de metros de hielo, eso hace que 12.000 años, en términos geológicos, sea un suspiro.

Al cambio climático actual se suma que estamos en un momento interglaciar cálido, comenta Durán Valsero. La presencia de CO2 (gases de efecto invernadero) en la atmósfera a nivel planetario es relativamente alta de forma natural en estos periodos, pero a ello se ha sumado la intervención del hombre desde hace 150 años, a partir de la Revolución Industrial y la quema de combustibles fósiles, lo que ha hecho que prácticamente se haya duplicado la concentración de CO2.

De ahí, según Durán, la trascendencia de este cambio climático que se está produciendo. “Si se hubiera dejado aumentar este gas de forma lenta y natural no tendría que haber pasado nada, pero nunca en la historia del planeta de los últimos millones de años hubo tanta concentración de CO2. Por eso los océanos sufren acidificación, porque no les da tiempo a autorregularse, aumentando el efecto invernadero”.


Los efectos de los cambios del eje de la Tierra se plasman en cambios climáticos, así pues, esos pequeños movimientos que se producen en el eje debido a la fuerza de los terremotos y la desestabilización de las masas terrestres no dan lugar a transformaciones ambientales notables.

Los efectos de los cambios del eje de la Tierra se plasman en cambios climáticos, así pues, esos pequeños movimientos que se producen en el eje debido a la fuerza de los terremotos y la desestabilización de las masas terrestres no dan lugar a transformaciones ambientales notables.

Las plantas tienen que ir migrando en función de los cambios climáticos, los animales harán lo mismo. Los glaciares se van derritiendo a un ritmo que no es el habitual porque llevan derritiéndose desde hace doce mil años. “Pero el problema es que si al periodo de calentamiento natural se le superpone en unos cuantos cientos de años una cantidad de CO2 similar a la que hemos acumulado en los últimos 10.000 años, el deshielo será más rápido”, explica Juan José Durán.


Para Durán, “el verdadero peligro del cambio climático es que va a suponer una redistribución de la riqueza, que en la actualidad se encuentra concentrada de una manera dramática. No es que vaya a pasar algo muy radical de repente, nada va a pasar de repente. Pero, en cincuenta años, los equilibrios económicos van a cambiar y, seguramente, no serán los terremotos los que influyan con sus pequeñísimas variaciones en este tipo de cambio”.

Lo que ocurre cuando se producen esos cambios climáticos es que se desplazan los cinturones latitudinales del clima y donde tenemos un clima típico mediterráneo aparece un clima típico sahariano, por ejemplo.

Los cinturones se desplazan al norte o al sur, y lo que hace el clima es reafirmar ese cambio ambiental. Entonces se van desplazando las especies, las vegetales descolonizando los sitios donde no pueden vivir y recolonizando los que pueden, eso ocurriría de una forma natural y es lo que ha pasado toda la vida.

“El problema es que la vegetación no es natural sino domesticada, también interfiere el factor humano porque ha intentado fijar en el planeta unas sociedades económicas que también dependen de las magnitudes climáticas. Lo que cambia son los condicionantes socioeconómicos del hombre, es decir, en lugares determinados se va a producir un impacto importante en función de ese cambio climático”, concluye el investigador español.

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