Only God Forgives: Violencia artística que Dios podría perdonar
La violencia y el cine bailan juntos y muy bien desde que se conocieron en aquellas películas mudas donde villanos empistolados y bigotones aterrorizaban a bellas muchachas amarrándolas a las vías del tren. Nadie puede negar que uno de los placeres más grandes de ver un filme es “vivir” experiencias que jamás quisiéramos enfrentar en carne propia; no por nada series como “Saw” y sangrientas historias sobre zombies, vampiros y monstruos recaudan millones de dólares desde que son proyectadas en autocinemas y funciones de media noche.
“Only God Forgives” es la película perfecta para descubrir en una ciudad desconocida, solo y por accidente, en una cineteca anticuada y en decadencia, comprando el boleto sin saber qué esperar pero muy consciente de que son las tres de la manana y nadie sabe donde estás.
“Sólo Dios Perdona” es el tipo de filme que puede dividir a una audiencia en extremos opuestos, como lo hicieran “Crash” de David Cronenberg o “Irreversible” de Gaspar Noé en sus respectivos momentos (la influencia de ambos directores es evidente en esta obra). Muchos serán repelidos por su exceso de violencia estilizada y surrealismo indulgente, mientras que el resto podrá celebrarla como una anti-fábula de impecable artesanía y gran impacto visceral. Yo pertenezco al segundo grupo.
La nueva cinta de Nicolas Winding Refn (director de “Bronson” y “Valhalla Rising”), su segunda colaboración con el actor Ryan Gosling (en 2011 hicieron “Drive”, aclamada por los críticos y exitosa en taquilla), desató abucheos en el reciente festival de Cannes pero ganó el premio mayor en el Sydney Film Festival semanas después. Las reseñas que su reciente estreno en Estados Unidos ha sucitado no han sido del todo positivas, pero es evidente que se trata de un trabajo difícil de ignorar.
El argumento es sencillo: dos hermanos norteamericanos (interpretados por Tom Burke y Gosling) contrabandean droga en Bangkok, Tailandia, usando un gimnasio de boxeo como pantalla. Cuando el mayor de ellos (Burke) viola y mata salvajemente a una prostituta de quince años, un teniente (Vithaya Pansringarm) apodado “el Angel de la Venganza”, quien se conduce más como un samurai de moralismo brutal que como autoridad policiaca, permite que el padre de la víctima despache al asesino para después cercenar sus brazos como castigo por permitir la corrupción de su propia hija. La madre del violador ejecutado, una despiadada mafiosa sin pelos en la lengua (Kristin Scott Thomas, muy distinta a como la recordamos en “The English Patient”), viaja a Bangkok para ordenarle a su hijo menor que ajuste cuentas con el teniente justiciero a como de lugar.
Estos hechos resultan tan sanguinarios y pesadillescos como suelen ser en relatos como este, aunque el carácter quimérico de la narrativa convierte las escenas de tortura en rituales paganos de retribución poética, y los combates a mano libre y con armas de fuego en secuencias intensas de repercusiones fulminantes.
En general, las actuaciones son sólidas aunque los personajes se comunican con pocas palabras y líneas crípticas, al tiempo que las interacciones entre ellos no siguen un comportamiento natural, sino un ritmo aletargado pero amenazante, como tiburones nadando entre tigres bajo la sombra de buitres hambrientos.
En los aspector técnicos, esta co-producción francés-danesa goza de la excelente cinematografía de Larry Smith (camarógrafo en “Eyes Wide Shot”) y una hipnótica partitura compuesta por Cliff Martinez (quien también musicalizó “Spring Breakers” este año). Además, en estos tiempos en que cualquier cinta dura casi tres horas, los noventa minutos de “Only God Forgives” son bienvenidos. El filme llega a su fin antes de perder al espectador con su argumento ambigüo y abundante simbolismo.
Winding Refn ha dicho que su intención con este proyecto fue hacer una película de vaqueros en un lugar y contexto completamente alejados del viejo oeste, y lo ha logrado. De hecho, hubiera podido titularla “Once Upon a Time in Thailand” y hubiera sido apropiado.
“Only God Forgives” termina con una dedicatoria al cineasta, escritor y tarólogo chileno Alejandro Jodorowsky, quien ha bautizado a Winding Refn como su “hijo espiritual”. Cualquiera que aprecie el trabajo del creador de la psicomagia y “El Topo” podrá disfrutar esta original obra sobre los oscuros rincones de una subcultura enigmática.
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