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Ante masacre de Tamaulipas es urgente afinar lucha antidrogas, dicen expertos

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Agencias. Imagen reciente del ciudadano ecuatoriano, unico superviviente de la masacre de 72 personas, 58 hombres y 14 mujeres, hallados este martes en un rancho de la localidad de San Fernando del estado mexicano de Tamaulipas.

Washington DC., 27 de agosto. Agencias. La masacre de 72 inmigrantes en México, presuntamente a manos de los Zetas, subraya la urgencia de que EE.UU. y México afinen su estrategia contra los narcotraficantes, que continúan operando con impunidad en ese país, afirmaron hoy expertos.

El hallazgo de 72 cadáveres en un rancho en Tamaulipas, bajo control de los Zetas, deja al descubierto las carencias de la estrategia actual contra el tráfico de drogas y personas en México, pese al compromiso de la Casa Blanca y Los Pinos.

Según expertos consultados, con la masacre, de la que sólo se salvó un ecuatoriano que alertó a las autoridades, los Zetas buscan establecerse como los más “salvajes y despiadados” e infundir miedo para que “nadie se meta” con ellos o interfiera con su lucrativo negocio.

La brutalidad de la masacre, aseguran, es otro ejemplo de la tragedia de quienes, mucho antes de llegar a la peligrosa ruta del desierto rumbo a EE.UU., terminan siendo víctimas de crímenes violentos, en esta ocasión, de los narcotraficantes.

Estados Unidos ha aportado millonarios recursos, a través de la Iniciativa Mérida, para combatir la narcoviolencia y evitar que ésta se propague a su lado de la frontera común.

En lo que va del sexenio del presidente mexicano, Felipe Calderón, más de 28.000 personas han muerto en la lucha contra una decena de carteles de la droga, que han encontrado otra fuente de financiación en el tráfico de inmigrantes.

“Muchos inmigrantes son forzados a servir de mulas del narcotráfico (…) los carteles se benefician no sólo porque cobran por el tránsito de los indocumentados por su área sino porque los migrantes llevan la droga a EE.UU.”, dijo Fred Burton, analista en temas de seguridad de la empresa Stratfor.

“Parte del problema es que el Ejército mexicano simplemente no tiene los recursos para controlar la geografía durante largos períodos de tiempo, y cuando sí tienen a su personal en ciertas áreas por mucho tiempo, un aspecto de la corrupción se introduce en el sistema”, agregó.

George Grayson, académico del colegio universitario William & Mary, consideró que más allá del despliegue militar, Calderón “tiene muy pocas opciones”.

“Si esto (la masacre) sucediera en España, Chile, u otro país, con una policía nacional fuerte, sería muy distinto. Nunca ha habido una fuerza policial semejante en la historia de México”, opinó.

“La lucha antidrogas de Calderón ha sido un fracaso pero la raíz del problema se remonta a las siete décadas de dominio del PRI (Partido Revolucionario Institucional), y quizá antes. EE.UU. puede afilar el combate al lavado de dinero, pero sólo puede ayudar en los márgenes”, observó Grayson, quien elogió la estrecha colaboración bilateral.

En ese sentido, el presidente del Diálogo Interamericano, Michael Shifter, dijo que “el problema es que los esfuerzos del Gobierno mexicano para contener la violencia están superados por la fuerza y sofisticación de los carteles y grupos criminales”.

“La participación del Ejército por sí sola no resolverá el problema; tendría que ser parte de una solución más amplia que verdaderamente movilice a todas las autoridades gubernamentales y a la sociedad”, agregó.

“Esta masacre destaca las dimensiones de la crisis de derechos humanos en México, y ambos países deben responder con más urgencia de la que lo han hecho. EE.UU., en particular, debe ser más serio en el combate al flujo de dinero y armas hacia el Sur (…) sólo así le daría verdadero sentido al argumento de la responsabilidad compartida”, enfatizó Shifter.

Andrew Selee, director del Instituto de México del Centro Woodrow Wilson, dijo que “EE.UU. y México podrían ser mucho más estratégicos cuando intentan identificar formas de desarticular a los cabecillas y las redes financieras de estas mafias, especialmente las organizaciones más violentas, y tomar medidas para proteger a civiles”.

Por su parte, Armand Peschard-Svedrup, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), consideró que la clave está en que ambos países “continúen profundizando el intercambio de datos de inteligencia”, porque ya se ha “empezado a ver sus resultados”.

“Esta es una lucha a largo plazo, que naturalmente tendrá altibajos, y necesitará el compromiso de EE.UU. para combatir la demanda y las redes de distribución de drogas en su propio territorio”.

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