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Inmigrantes piden reforma el 1 de mayo

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 miles de manifestantes participan en una marcha por el 1 de mayo en Los Angeles. Las redes sociales y los mensajes de texto se han convertido en herramientas indispensables de organización para los activistas que buscan una reforma migratoria integral en Estados Unidos, pero las marchas en las calles siguen atrayendo a muchas personas. (Foto AP/Nick Ut, archivo)

miles de manifestantes participan en una marcha por el 1 de mayo en Los Angeles. Las redes sociales y los mensajes de texto se han convertido en herramientas indispensables de organización para los activistas que buscan una reforma migratoria integral en Estados Unidos, pero las marchas en las calles siguen atrayendo a muchas personas. (Foto AP/Nick Ut, archivo)

02 de mayo. Las protestas del primero de mayo en Estados Unidos transmitieron el clamor de los inmigrantes para que la aprobación de una reforma completa a las leyes de inmigración se agilice y así se resuelva la situación de incertidumbre en la que viven unos 11 millones de personas que no tienen autorización para vivir en el país.

Las marchas, celebradas en más de una decena de ciudades del país, también pidieron un alto a las deportaciones que han provocado dolorosas separaciones de muchas familias.

Como ya es tradicional, la marcha en Los Ángeles, la ciudad no mexicana que cuenta con millones de residentes de ese país, congregó a la mayoría de manifestantes y que incluían no sólo hispanos sino también asiáticos, y blancos.

A estas alturas, la manifestación estaba por culminar y estaba lejos de aglutinar la cantidad de gente que congregó en 2006 cuando los inmigrantes salieron a marchar en contra de un proyecto de ley que criminalizaba la inmigración ilegal.

El universitario Santos Tecún marchó en su silla de ruedas junto a cientos de personas. Lo hacía con dificultad pues no podía darse impulso, sostener una botella de agua y una bandera estadounidense al mismo tiempo.

“Hace poco me dieron mi permiso para trabajar y estoy aquí porque quiero que todos tengan los mismo derechos”, dijo el guatemalteco de 23 años, que dice ser de origen maya.

Tecún estudiará inglés en la Universidad del Sur de California, cuando se complete una transferencia académica. Llegó a los 12 años al país, donde aprendió español e inglés, dijo.

Las marchas de este año respondieron masivamente a un proyecto de ley presentado en abril por un grupo bipartidista de ocho senadores que abre un camino a la nacionalización como estadounidenses de muchos de los 11 millones de inmigrantes que viven ilegalmente en el país.

El plan propone otorgar un estatus legal provisional a inmigrantes sin papeles que viven en Estados Unidos desde antes del 31 de diciembre de 2011 y que han residido en el país desde entonces, además de cumplir con otros requisitos, como el pago de multas e impuestos atrasados.

Sólo se podría solicitar ese estatus cuando el Departamento de Seguridad Nacional haya certificado al Congreso un aumento en la seguridad en la frontera.

Por primera vez en la historia de las marchas pro-reforma de Los Ángeles, al lado de los migrantes marcharon varias personas agrupadas por empresas privadas. Entre ellas estaban un centro de cuidado médico, una oficina de abogados, una compañía de seguro y empresa que manufactura productos para el hogar.

El grupo más grande, de unas cien personas que vestían un traje azul, no llevaba ninguna publicidad referente a empresa alguna.

Y también, por primera vez, casi la mitad de los manifestantes en Los Angeles eran jóvenes universitarios que pueden aplicar al programa de suspensión temporal de la deportación, y cientos de adolescentes estudiantes de secundaria. Incluso, había personas menores que ellos.

La universitaria Vanessa Resendiz, de 20 años, oriunda de Durango, y parte del grupo denominado `dreamers’, que agrupa a quienes llegaron al país clandestinamente cuando eran niños, dijo que “no solamente estamos aquí para mostrar apoyo sino que queremos justicia. Queremos demostrar que esto nos importa a la gente joven”.

Edgar Morelos, estudiante de segundo año en el Mount San Antonio College, convocó a unos 50 universitarios no sólo utilizando los medios sociales como Facebook, Twitter o enviando mensajes de texto, sino hablando personalmente con la gente.

“Comparado con el contacto cara a cara, los medios sociales no son tan efectivos”, dijo. “Así que yo le hablaba a personas en clase, en el trabajo o cuando me los encontrara, donde fuera”.

Morelos arribó cuando tenía 12 años a Pomona (California), procedente del estado de Jalisco, México. Tiene dos trabajos, estudia y considera que su tercer trabajo es organizar a la gente para marchar por la reforma migratoria.

“Esta clase de eventos te energizan porque esta ha sido una larga lucha”, dijo el joven. “Yo he ido a cabildear a mi congresista he tratado de cambiar la mentalidad de la gente hablando cara a cara. Una marcha como éstas te recarga, te da energía para seguir trabajando”.

Manifestantes que conmemoran el Día del Trabajo y una reforma migratoria son seguidos por la policía mientras marchan en Nueva York, el miércoles 1 de mayo del 2013. Los activsitas también están piden mejores condiciones de trabajo y otros asuntos. (AP Foto/Seth Wenig)

Manifestantes que conmemoran el Día del Trabajo y una reforma migratoria son seguidos por la policía mientras marchan en Nueva York, el miércoles 1 de mayo del 2013. Los activsitas también están piden mejores condiciones de trabajo y otros asuntos. (AP Foto/Seth Wenig)

Un grupo de danzantes aztecas y bandas de música mexicana en vivo que incluían mariachis, tocaba para los manifestantes.

Uno de ellos, Crispín Martínez Pérez, de 44 años, dijo que estaba en proceso de nacionalizarse como ciudadano estadounidense porque quiere lo mejor para su familia.

“Tenemos que tener en cuenta que somos consistentes y persistentes”, dijo Angélica Salas, directora de la organización pro-inmigrante CHIRLA. “En Estados Unidos no hay otro movimiento que movilice tanta gente”.

“Marchar y votar es la combinación que nos ha servido y vamos a seguir usándola”, agregó Salas sobre la estrategia del movimiento pro reforma.

Martínez Pérez, en proceso de nacionalización y nacido en la capital de México, dijo que cuando le toque votar, lo hará por el Partido Demócrata porque éste le ha dado “oportunidades que ahora necesito”.

En las calles había carteles que decían en inglés: “Legalice The American Dream (legalicen el sueño americano)”, “Legalization, Full Rights For All Immigrants (Legalización, derechos plenos para todos los inmigrantes”, y en español “somos migrantes, no criminales”.

Un grupo de unos 50 sindicalistas del UFCW tenían camisetas que decían: “UFCW for Obama”.

Otras marchas o foros públicos se registraron en ciudades como Chicago, Phoenix (Arizona), o Birmingham (Alabama), Miami, Boston, Denver (Colorado), Oakland (California) o Boise (Idaho), Detroit (Michigan), Concord (New Hampshire), Raleigh (Carolina del Norte) y Salem (Oregón), entre otros.

Pocas horas antes, en el centro Los Ángeles, a unas cuadras del mercado latino Los Callejones, se habían congregado cientos de inmigrantes para participar de la manifestación marcada con un inconfundible toque festivo y un buen número de personas luciendo camisetas moradas con un lema: 11 millones, en referencia a la cantidad de inmigrantes que viven en el país sin la documentación legal.

Raymundo Herrera, un paletero, oriundo de la ciudad de México que reside sin autorización en el país desde 2008, comentó que “vengo a apoyar y a trabajar”.

“Siempre vengo a las marchas aunque no venda paletas. Siempre tomo fotos. Me interesa (la reforma migratoria) porque es algo personal. Tengo nietos en México que no conozco. Quiero conocerlos”, comentó.

El sindicato de trabajadores de servicios, uno de los grupos organizadores de la marcha en Los Ángeles, convocó hasta a 4.000 personas. Entre los participantes se observaban pancartas con mensajes como “Alto a las deportaciones y redadas” y “All religions believe in justice (todas las religiones creen en la justicia)”.

Jorge Mario Cabrera, portavoz de la organización pro-inmigrante CHIRLA, dijo que “esta marcha es preventiva porque tenemos una propuesta que se podría deshacer en cualquier momento pero no lo vamos a permitir”.

En Nueva York marcharon miembros del movimiento Ocupa Wall Street junto a inmigrantes y partieron desde Bryant Park, en el corazón de Manhattan, hacia distintos lugares, entre ellos la oficina del senador Charles Shumer, uno de los ponentes del proyecto de reforma migratoria que se presentó en el Congreso en abril.

Sobre una tarima con micrófono y rodeados de un amplio despliegue policial, inmigrantes y activistas gritaban lemas como “Schumer, Obama, dont deport my mama” (“Schumer, Obama, no deporten a mi madre”) o “la lucha obrera no tiene fronteras”.

Un manifestante sostiene una bandera de México durante una marcha bajo la nieve desde el Capitolio hacia un parque en Denver, el miércoles 1 de mayo de 2013, para exigir una reforma al sistema que regula la inmigración en Estados Unidos. (Foto AP/Ed Andrieski)

Un manifestante sostiene una bandera de México durante una marcha bajo la nieve desde el Capitolio hacia un parque en Denver, el miércoles 1 de mayo de 2013, para exigir una reforma al sistema que regula la inmigración en Estados Unidos. (Foto AP/Ed Andrieski)

“Estamos en un momento clave de la reforma y por eso marchamos hasta las oficinas del senador”, dijo Adriana Escandón, joven ecuatoriana a las afueras de las oficinas de Schumer. Hay cosas en la reforma, como la militarización de la frontera o el E-Verify (sistema de verificación de antecedentes laborales), con las que no estamos de acuerdo”.

Schumer siempre ha dicho que el proyecto de ley se hizo teniendo en cuenta las necesidades de todos los inmigrantes, pero que la seguridad fronteriza es también parte fundamental del plan.

“Queremos hacernos escuchar desde la perspectiva de los inmigrantes”, dijo Mariano Muñoz, un peruano que forma parte del Grupo de Trabajadores Inmigrantes por la Justicia. “La reforma migratoria no ha sido escrita teniendo en cuenta los derechos humanos. Define a los inmigrantes como ciudadanos de segunda clase”.

En Miami, Francisco Portillo, uno de los organizadores de una caravana con una docena de vehículos que iniciaron una marcha hacia las oficinas del senador Marco Rubio y el representante Mario Díaz Balart, expresó que los inmigrantes quieren reiterarle a Obama, desde las calles, que pare las deportaciones.

“El mensaje más claro es para el presidente Obama, que si en verdad está haciendo algo por la comunidad inmigrante que frene las deportaciones a través de una orden ejecutiva”, dijo el activista, quien se mostró esperanzado de que esta vez sí se concrete la reforma migratoria.

“Nosotros queremos que se legalice (a los inmigrantes sin papeles) en un tiempo prudente, por lo menos cinco años de espera… eso nos tiene realmente preocupados”, indicó el hondureño.

En esta ciudad de Florida, una docena de automóviles con sus luces intermitentes encendidas partió desde el estacionamiento de una iglesia ubicada en un vecindario hispano del oeste de la ciudad hacia las oficinas del representante Mario Díaz Balart y del senador Marco Rubio, dos legisladores que han apoyado una reforma de las leyes de inmigración.

Con banderas estadounidenses en sus ventanillas y tocando sus cornetas, los automóviles recorrieron unas 10 millas en reclamo de “fin a las deportaciones”, y una reforma migratoria integral “urgente”.

“Aquí estamos pidiendo una ayuda, no estamos exigiendo, estamos pidiendo los que no quieran dar, un permiso de trabajo, la residencia”, expresó María Cristina Ibarra, una mexicana de 57 años que llegó a Estados Unidos como turista en el 2000 y se quedó después que venció su permiso de permanencia legal.

La caravana de vehículos se dirigió a las oficinas de Díaz Balart y Rubio. Aclaró, no obstante, que los inmigrantes están esperando con ansiedad el proyecto de ley de la cámara baja, para conocer sus detalles.

Grupos que luchan a favor de los derechos de los inmigrantes llevan años pidiendo una reforma migratoria. La campaña para lograrlo cobró impulso en las elecciones presidenciales del 2012, cuando un 71% de los electores hispanos dieron su respaldo al presidente Barack Obama. Aun así el gobierno de Obama ha alcanzado un promedio sin precedentes de 400.000 deportaciones anuales.

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