Lo que todo padre debe saber sobre el abuso de drogas
Especial de salud sobre la marihuana, su uso recreativo y consecuencias. Ante la nueva aprobación de leyes que permiten el uso de la marihuana con fines recreativos en estados como Colorado y Washington los padres nos encontramos ante un nuevo reto, ya que por años la marihuana ha sido una de las drogas mas combatidas y ahora en algunos lugares va a ser permitida y aunque las medidas para su uso demoraran cerca de un año en implementarse y posiblemente las mismas puedan ser bloqueadas por Washington D.C., hay que teneber en cuenta que la marihuana sigue siendo ilegal a nivel federal.
Como debemos hablarle a nuestros hijos de esta nueva regulación? Como debemos explicarle que algo que venia siendo un delito ahora se puede convertir en una opción?
La mejor manera es hablándoles con la verdad, llamado las cosas por su nombre, explicándoles con paciencia y respondiendo a todas sus preguntas, incluso siendo lo más gráficos posibles, apoyandonos con el uso de la Internet con fotos y folletos informativos que podemos encontrar en nuestro propio idioma en sitios confiables como la CDC (Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades), www.cdc.gov en este sitio tienen las enfermedades por indice alfabético, alli encontraran la palabra drogadicción y luego tendrán acceso a muchos recursos informativos, como folletos desarrollados para explicarle a los jóvenes la consecuencia de consumir o fumar sustancias psicoactivas como la marihuana.
Otro sitio completisimo es el NIDA, (National Institutes on Drug Abuse, por sus siglas en ingles), www.drugabuse.gov es el website y alli encontraran todo tipo de información sobre la prevención del uso de drogas.
Conociendo a lo que nos estamos enfrentado, ¿Qué es la marihuana?
La marihuana es una mezcla gris verdosa de hojas, tallos, semillas y flores secas y picadas de la planta de cáñamo,Cannabis sativa. A menudo se la conoce como “hierba”, “yerba”, “mota”, “mafú”, “pasto”, “maría”, “monte”, “moy” y “café” en español o “pot“, “grass“, “reefer“, “weed“, “herb“, “Mary Jane” o “MJ” en inglés. La mayoría de los usuarios fuman marihuana en cigarrillos hechos a mano llamados “porros” o “canutos” (que se conocen en inglés como “joints“, entre otros nombres). Algunos usuarios usan pipas o pipas de agua llamadas “bongs“. Los cigarros de marihuana o “blunts” también son populares. Para hacer los “blunts“, los usuarios cortan los cigarros, sacan parte del tabaco y mezclan el resto con la marihuana (Timberlake 2009). La marihuana también se utiliza para hacer una infusión de té y a veces se mezcla en los alimentos.
¿Cuál es el alcance del uso de la marihuana en los Estados Unidos?
De acuerdo con la NSDUH del 2009, la marihuana es la droga ilícita de uso más difundido en el país (16.7 millones de personas de 12 años de edad o mayores la usaron en el mes anterior a la encuesta). Ese año, el 76.6 por ciento de las personas encuestadas reportaron ser usuarios actuales (que se define como aquellos que han usado la droga por lo menos una vez en los 30 días anteriores de haber participado en la encuesta), y en el caso del 58 por ciento de ellos, la marihuana era la única droga que habían consumido.

Las iniciativas ponen de relieve el cambio de actitudes en los votantes, debido en parte a que los jóvenes y otros segmentos de la población críticos de la criminalización de la marihuana constituyen un porcentaje cada vez mayor del electorado.
El consumo de la marihuana está muy difundido entre los adolescentes y los adultos jóvenes. El Estudio de Observación del Futuro, una encuesta anual sobre el consumo de drogas entre los estudiantes de la escuela media y secundaria de los Estados Unidos, reporta que en la última década se ha visto una disminución en la mayoría de las categorías utilizadas para medir el consumo de marihuana entre los estudiantes de 8º, 10º y 12º grado. Sin embargo, conjuntamente con un cambio en la actitud sobre los riesgos asociados a la marihuana, esta disminución en el consumo se ha estancado o, en algunos casos, hasta se ha revertido en los últimos años. Por ejemplo, en el 2010, el 13.7 por ciento de los estudiantes de 8º grado reportaron haber usado la marihuana en el año anterior a la encuesta y el 8.0 por ciento indicaron ser usuarios actuales. El 27.5 por ciento de los estudiantes de 10º grado habían consumido marihuana en el año anterior a la encuesta y el 16.7 por ciento de ellos informaron ser usuarios actuales. Las tasas de uso entre los estudiantes de 12º grado eran aún más altas: el 34.8 por ciento de ellos habían usado la marihuana en el año anterior a la encuesta y el 21.4 por ciento reportaron ser usuarios actuales.
La Red de Alerta sobre el Abuso de Drogas (DAWN, por sus siglas en inglés), un sistema de monitoreo del impacto de las drogas en la salud, calcula que en el 2009 la marihuana fue un factor contribuyente en más de 376,000 visitas a las salas de emergencia en los Estados Unidos. De este total, alrededor de dos tercios de los pacientes eran hombres, y un 12 por ciento de los pacientes tenían entre 12 y 17 años.
¿Cómo afecta la marihuana al cerebro y al resto del cuerpo?
Efectos sobre el cerebro
Al entrar el THC al cerebro, el usuario se siente eufórico o “high“, porque el THC actúa sobre el sistema cerebral de gratificación. Este sistema está compuesto por las regiones del cerebro que gobiernan la repuesta de la persona a cosas placenteras como el sexo o el chocolate, así como a la mayoría de las drogas de abuso. El THC activa el sistema de gratificación de igual manera que lo hacen casi todas las drogas, es decir, estimulando las células cerebrales para que liberen una sustancia química llamada dopamina.
Junto con la euforia, otro efecto reportado frecuentemente en los estudios en seres humanos es el sentirse relajado. Otros efectos, que varían considerablemente entre los distintos usuarios, incluyen el aumento en la percepción sensorial (por ejemplo, los colores se ven más brillantes), risa, percepción alterada del tiempo y aumento en el apetito. La euforia pasa después de un tiempo y el usuario puede sentir sueño o depresión. A veces, el consumo de marihuana produce ansiedad, temor, desconfianza o pánico.
¿Es adictiva la marihuana?
El consumo de la marihuana a largo plazo puede llevar a la adicción. Esto quiere decir que el usuario tendrá dificultad para controlar su consumo de la droga y no podrá parar aunque este consumo interfiera con muchos aspectos de su vida. Se calcula que el 9 por ciento de las personas que consumen marihuana se vuelven dependientes de la misma. El número se eleva a cerca de 1 en cada 6 usuarios que hayan empezado a usarla a una edad muy joven (en la adolescencia) y a un 25 a 50 por ciento entre los usuarios diarios. Por otra parte, un estudio de más de 300 pares de gemelos y mellizos, en el que uno había usado marihuana antes de los 17 años y el otro no, encontró que el gemelo o mellizo que había consumido marihuana desde antes de los 17 tenía tasas elevadas de consumo de otras drogas y de problemas relacionados con las drogas más adelante.
De acuerdo con la NSDUH del 2009, de los casi 7 millones de americanos que dependieron o abusaron de las drogas ilícitas, 4.3 millones de ellos eran dependientes o abusadores de la marihuana. En el 2009, aproximadamente el 29 por ciento de las personas que recibieron tratamiento por abuso de sustancias (incluyendo el alcohol) reportaron que la marihuana era la droga por la que buscaban tratamiento. De este total, el 55.5 por ciento tenía entre 12 y 17 años de edad.
La adicción a la marihuana también está relacionada con un síndrome de abstinencia similar al de la abstinencia de la nicotina, lo que puede dificultar el dejar de consumirla. Las personas que intentan dejarla reportan irritabilidad, dificultad para dormir, deseos vehementes por la droga y ansiedad. En las pruebas psicológicas, también muestran un aumento en la agresividad que llega a su punto máximo aproximadamente a la semana después de haber usado la droga por última vez.
El consumo de la marihuana deteriora la capacidad para crear recuerdos nuevos (Vea La marihuana, la memoria y el hipocampo“) y para desviar la atención de una cosa a otra. El THC también entorpece la coordinación y el equilibrio al adherirse a los receptores en los ganglios basales y el cerebelo, que son las partes del cerebro que regulan el equilibrio, la postura, la coordinación y el tiempo de reacción. Por lo tanto, también se ve afectada la capacidad de realizar tareas complicadas, de hacer deportes, de aprender y de conducir.
Los consumidores de dosis altas de marihuana pueden experimentar una psicosis aguda, que incluye alucinaciones, delirio y una pérdida del sentido de la identidad personal o autorreconocimiento. Aunque aún se desconocen las causas específicas de estos síntomas, parece que ocurren con más frecuencia cuando se ingiere una dosis alta de la droga en la comida o bebida en lugar de fumarla. Tales reacciones psicóticas a corto plazo a las concentraciones altas de THC son distintas a los trastornos de mayor duración, parecidos a la esquizofrenia, que han sido asociados con el uso del cannabis en las personas susceptibles.
¿Cuáles son los efectos de la marihuana en el rendimiento escolar, en el trabajo y en la vida social?
Las investigaciones han demostrado que los efectos negativos que tiene la marihuana sobre la atención, la memoria y el aprendizaje pueden durar días o semanas después de que desaparezcan los efectos agudos de la droga (Schweinsburg y cols. 2008). Consecuentemente, alguien que fuma marihuana todos los días puede estar funcionando a un nivel intelectual reducido la mayor parte o todo el tiempo. Como es de esperar, la evidencia sugiere que, en comparación con los compañeros que no fuman marihuana, los estudiantes que fuman marihuana tienden a obtener calificaciones más bajas y son más propensos a abandonar la escuela secundaria (Fergusson y Boden 2008). Un metaanálisis de 48 estudios relevantes—uno de los más completos realizados hasta la fecha—encontró que el consumo de cannabis se asociaba sistemáticamente con un nivel reducido de logros educativos (por ejemplo, las calificaciones y la probabilidad de graduarse) (Macleod y cols. 2004). Sin embargo, aún no se ha probado que haya una relación causal entre el consumo de cannabis por jóvenes y un daño psicosocial.

Dicho esto, son los mismos consumidores de marihuana quienes informan resultados bajos en una variedad de medidas de satisfacción con la vida y sus logros. Un estudio comparó a los consumidores establecidos de marihuana a largo plazo, tanto actuales como del pasado, con un grupo de control que reportó haber fumado cannabis por lo menos una vez en su vida pero no más de 50 veces. A pesar de que las respectivas familias de origen tenían niveles similares de educación e ingresos, se encontraron diferencias significativas en los logros educativos e ingresos económicos entre los usuarios establecidos y el grupo de control. Menos consumidores establecidos de cannabis habían terminado la universidad en comparación con el grupo de control. Asimismo, más consumidores establecidos tenían ingresos anuales de menos de $30,000. Al preguntarles cómo la marihuana había afectado sus habilidades cognitivas, sus logros profesionales, su vida social y su salud física y mental, la mayoría de los consumidores establecidos de cannabis reportaron que la droga había tenido efectos nocivos sobre todas las medidas anteriores. Además, varios estudios han asociado el fumar marihuana con más ausencias, retrasos, accidentes, reclamos al seguro de compensación laboral y rotación de personal. Por ejemplo, un estudio entre los trabajadores del servicio postal encontró que los empleados que obtuvieron resultados positivos de marihuana en un análisis de orina previo a comenzar a trabajar en la institución tuvieron un 55 por ciento más de accidentes industriales, un 85 por ciento más de lesiones y un 75 por ciento más de ausentismo en comparación con aquellos que obtuvieron resultados negativos para el consumo de marihuana.
Los tratamientos disponibles para los trastornos por consumo de marihuana
La dependencia de la marihuana parece ser muy similar a otros trastornos de dependencia de diferentes sustancias, aunque los resultados clínicos a largo plazo pueden ser menos graves. En promedio, los adultos que solicitan tratamiento por el abuso o la dependencia de la marihuana han usado esta droga casi a diario durante más de 10 años y han intentado dejarla más de 6 veces. Es importante señalar que la dependencia de la marihuana es más frecuente entre los pacientes que sufren de otros trastornos psiquiátricos, en particular entre las poblaciones de adolescentes y adultos jóvenes (Gouzoulis-Mayfrank 2008). Además, el abuso o la dependencia de la marihuana normalmente ocurre al mismo tiempo que el uso de otras drogas como la cocaína y el alcohol. Los estudios disponibles indican que si se trata eficazmente el trastorno de salud mental usando tratamientos estándar, que incluyen medicamentos y terapias conductuales, se puede ayudar a reducir el consumo de cannabis. Esto sucede especialmente entre los consumidores establecidos y los que tienen más trastornos mentales crónicos. Los tratamientos conductuales, como la terapia de estímulo de la motivación, la terapia cognitiva-conductual en grupo o individual y el manejo de contingencias, así como los tratamientos centrados en la familia, han mostrado ser prometedores.
Desafortunadamente, las tasas de éxito de los tratamientos son más bien modestas. Incluso con el tratamiento más eficaz para adultos, sólo el 50 por ciento de los participantes logran un periodo inicial de 2 semanas de abstinencia y, entre aquellos que lo hacen, aproximadamente la mitad volverá a usar drogas dentro del año. En los estudios, las tasas de abstinencia de 1 año varían desde un 10 a un 30 por ciento para los diferentes enfoques conductuales. Estos datos sugieren que, al igual que en otras adicciones, se debe considerar un modelo de atención crónica para tratar la adicción a la marihuana. La intensidad del tratamiento dependerá de las necesidades de la persona, las adicciones u otros trastornos mentales comórbidos, y la disponibilidad de la familia o de otro tipo de apoyo.
Actualmente, no hay medicamentos disponibles para tratar el abuso de la marihuana, pero se están realizando investigaciones en este campo. Hasta la fecha, la mayoría de los estudios se han dirigido al síndrome de abstinencia de la marihuana. Por ejemplo, un estudio reciente de laboratorio en seres humanos demostró mejores resultados con la combinación de un medicamento agonista de cannabinoides con la lofexidina (un medicamento aprobado en el Reino Unido para el tratamiento del síndrome de abstinencia de opiáceos) en comparación con el uso por separado de cualquiera de estos dos medicamentos. Entre los resultados positivos que se evidenciaron con esta combinación, están las mejoras más sustanciales en el sueño y una disminución de los síntomas del síndrome de abstinencia de la marihuana, de los deseos vehementes por la misma y de las recaídas en los fumadores diarios de marihuana. Los descubrimientos recientes sobre el funcionamiento interno del sistema endocannabinoide plantean la posibilidad de que en el futuro se obtenga un medicamento capaz de bloquear los efectos intoxicantes del THC, lo que podría ayudar a prevenir las recaídas mediante la reducción o eliminación de los efectos atractivos de la marihuana.
La ciencia detrás de la marihuana para usos médicos
Las posibles propiedades medicinales de la marihuana han sido objeto de una investigación de fondo además de un acalorado debate. Los científicos han confirmado que la planta del cannabis contiene principios activos con potencial terapéutico para aliviar el dolor, controlar la náusea, estimular el apetito y disminuir la presión ocular. Como resultado, un informe del Instituto de Medicina en el año 1990 llegó a la conclusión de que era justificable la realización de nuevas investigaciones clínicas sobre los cannabinoides como medicamentos y sistemas de entrega seguros.
En ese momento, el dronabinol (Marinol®) y la nabilona (Cesamet®) eran los únicos medicamentos a base de marihuana aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) para ser recetados para tratar las náuseas en pacientes sometidos a la quimioterapia contra el cáncer, así como para estimular el apetito en pacientes con el síndrome de desgaste por causa del SIDA. Estas píldoras contenían versiones sintéticas del THC, el principal ingrediente activo de la marihuana. Hoy, 25 años después de la aprobación de estos fármacos, Sativex® marca la llegada de la segunda generación de medicamentos basados en el cannabis. Este nuevo producto (actualmente disponible en el Reino Unido y Canadá) es una mezcla químicamente pura del THC de origen vegetal y cannabidiol, formulado como un spray bucal y aprobado para el alivio del dolor asociado al cáncer y la espasticidad y el dolor neuropático en la esclerosis múltiple.
Los científicos continúan investigando las propiedades medicinales del THC y otros canabinoides para evaluar y aprovechar mejor la capacidad que tienen para ayudar a los pacientes que sufren de una amplia gama de trastornos, y al mismo tiempo evitar los efectos adversos que resultan de fumar marihuana. Estos esfuerzos mejorarán nuestra comprensión del sistema cannabinoide y nos ayudarán a llevar al mercado una nueva generación de medicamentos seguros y eficaces.
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